jueves, 4 de agosto de 2016

Conflicto III


TEORIA DEL CONFLICTO O CONFLICTO SOCIAL



I.       GENERALIDADES.-.- Para un simple lego, conflicto puede ser todo aquello que sea contrario a sus intereses o aspiraciones personales, los que pueden ser económicos, políticos, domésticos, morales u otros. Pero, cuando hablamos de una Teoría, podemos estar refiriéndonos a una hipótesis que se aplica a una ciencia o a un conocimiento especulativo. El DRAE[1] define al conflicto como: “Combate, lucha, pelea”, así como “Apuro, situación desgraciada y de difícil salida”. Para Cabanellas[2] es: “Lo más recio o incierto de la batalla, combate o contienda; oposición de intereses en que las partes no ceden”.

 En cuanto a la Teoría[3], el diccionario la define como: “Conocimiento especulativo considerado con independencia de toda aplicación; Hipótesis cuyas consecuencias se aplican a toda una ciencia o a parte muy importante de ella”. Cabanellas nos dice que es el “Conocimiento especulativo sobre una rama del saber o acerca de una actividad”.

Freund[4] define al conflicto como: “Un enfrentamiento, choque o desacuerdo intencional entre dos grupos o entes de la misma especie que manifiestan, uno respecto de los otros, una intención hostil, en general a propósito de un derecho y quienes, por mantener, afirmar o restablecer el derecho intentar quebrar la resistencia del otro, eventualmente recurriendo a la violencia”.

Coser[5] señala que el conflicto es: “Una lucha con respecto a valores y derechos sobre Estados, poderes y recursos escasos, lucha en la cual el propósito es neutralizar, dañar o eliminar a los rivales”, puede decirse entonces que el autor busca analizar las funciones del conflicto social no solamente desde el punto de vista disociador, sino también integrador (o desintegrador) de la sociedad.

Dahrendorf[6] señala que el conflicto es el motor de la historia, es lo que mantiene el desarrollo de la sociedad. Este conflicto, para ser socialmente relevante se manifiesta más allá de las relaciones individuales. Encuentra su ámbito de desarrollo entre los roles sociales, entre grupos sociales, entre sectores de la sociedad, entre sociedades y entre organizaciones supranacionales.

Al revisar la obra de Marx, Dahrendorf centra su preocupación en el estudio de las fuentes estructurales de los conflictos y, en contra de lo que afirmaba Marx, descubre que la fuente estructural primera de los mismos no se halla en la desigual distribución de la propiedad, sino en la desigual distribución del poder entre personas y entre grupos. A ello lo denomina “distribución dicotómica de la autoridad”. En esta dicotomía el conflicto es inevitable entre quienes pretenden mantener el orden (dominadores) y quienes desean subvertirlo (dominados), consecuentemente, la afirmación de que la autoridad es el elemento estructural, esencial de la organización social, permite al sociólogo alemán asegurar que ésta es la que provoca el conflicto persistente que, a su vez, reestructura la misma sociedad de la que surgen nuevos conflictos.

Para Bobbio[7] el conflicto es una forma de interacción entre individuos, grupos, organizaciones y colectividades que implica enfrentamientos por el acceso a recursos escasos y su distribución. Sostiene que, sin embargo, una vez admitido lo anterior, surgen de inmediato diferencias y divergencias respecto a la mayor parte de problemas vinculados al concepto de conflicto y su utilización.

Se ha expresado que el objetivo del conflicto es el control de los escasos recursos, los cuales se presentan bajo formas de poder, riqueza y prestigio; por lo tanto, según los tipos de conflictos se podrán establecer otros recursos o especificarlos mejor. Por ejemplo, en los casos de conflictos internacionales, un recurso importante es el territorio; en los casos de conflictos políticos un recurso codiciado es el control de los cargos en competencia; y en el caso de conflictos industriales, los recursos en juego son las relaciones de autoridad y de mando.

Los conflictos son de diversos tipos y pueden situarse en diversos niveles, situación que aconseja a no centrar la atención en algunos tipos de conflictos, olvidando los conflictos étnicos, internacionales políticos, etc. Algunos tratadistas revelan que los conflictos pueden distinguirse entre sí por algunas características objetivas, entre las que sugieren a:

    Dimensión.- Cuando el indicador utilizado está constituido por el número de participantes, ya sea de manera absoluta o relativamente a la representación de participantes potenciales.
    Intensidad.- Puede medirse por el grado de compromiso de los participantes, según su disposición a mantenerse firme a ultranza o a entrar en tratos en cuanto sea posible.
    Objetivos.- No es fácil distinguir los conflictos sobre la base de sus objetivos si no se cuenta con una verdadera y propia teoría que, según se sabe, no existe. Lo que se puede hacer es comprender y analizar los conflictos de los objetivos sólo gracias a una profundización en el conocimiento de la sociedad concreta en la que surgen y se manifiestan los diversos conflictos.

Sobre la prevención de conflictos armados o violentos en América Latina y el Caribe, Serbin y Ugarte[8] nos indican que la prevención de conflictos es un concepto en proceso de desarrollo que apunta a generar una serie de recomendaciones innovadoras en el ámbito de las políticas las que, a su vez, buscan promover un cambio actitudinal entre sus usuarios. Agregan que, en nuestra región, tanto el concepto de prevención de conflictos como las definiciones de conflicto armado o violento, son en realidad nociones novedosas que recién han comenzado a tener arraigo en la formulación e implementación de estrategias de organismos estatales e interestatales y organizaciones no-estatales.

Añaden que la finalización del conflicto Este-Oeste, dio oportunidad a la ONU para su creciente involucramiento en la prevención y resolución de conflictos armados o violentos en un ámbito no restringido a los conflictos entre Estados. El genocidio acaecido en Rwanda en 1995 (África), en donde fueron exterminados entre 500 y 800 mil seres humanos, puso ante la conciencia moral de la humanidad y ante la ONU la necesidad de profundizar la capacidad de impulsar acciones orientadas a  prevenir el conflicto armado o violento, por formar parte esencial de su misión, conforme lo señala su Carta, cuyo  artículo 1° enuncia:

“Mantener la paz y seguridad internacionales, y con tal fin, tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir al quebrantamiento de la paz”.

La experiencia de gran parte del siglo XX, indujo a pensar que los conflictos armados eran básicamente guerras entre Estados, considerándose que la primera y segunda Guerra Mundial, así como la Guerra Fría, fue una confrontación por intereses, hegemonía o ideología entre estados soberanos. Sin embargo, el devenir ha mostrado que los conflictos armados y violentos también pueden involucrar a diversos actores no estatales. América Latina, pese a su perfil pacífico, comparado con otras regiones del mundo, no ha escapado a ese fenómeno y a sus eventuales consecuencias humanitarias, en términos de pérdidas de vidas civiles y de bienes materiales.

El Estudio realizado por la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales – CRIES[9] en el año 2003, muestra que la tendencia a los conflictos armados entre Estados tiende a decrecer, en tanto que la tendencia a que surjan conflictos violentos por razones internas (políticas, sociales o étnicas) o por procesos transnacionales (migración, transnacionalización de redes criminales, derrames de conflictos domésticos) apunta a incrementarse.

Frente a ello, la CRIES se pregunta si la ciudadanía organizada y las redes de la llamada sociedad civil pueden desempeñar algún papel importante para prevenirlos, diluirlos o resolverlos, en el marco de la consolidación institucional por la que atraviesan la mayoría de las democracias latinoamericanas y caribeñas.

La prevención del conflicto armado o violento se ha constituido en una creciente preocupación de la comunidad internacional que ha dado lugar a una serie de iniciativas y acciones de la Secretaría General de la ONU, organizaciones regionales, Estados y organismos internacionales y redes y organizaciones de la sociedad civil.

Dentro de esas iniciativas está la Declaración y Programa de Acción para una Cultura de Paz, aprobada por la Asamblea General de la ONU el 6 de octubre de 1999, que estimula a los Estados miembros a promover acciones en función de una Cultura de Paz y a involucrar a la sociedad civil en las mismas.

También tenemos la Declaración del Milenio, adoptada por la Asamblea General de la ONU el 8 de setiembre del 2000, que establece la necesidad de convertir a las Naciones Unidas en un instrumento más eficaz en el mantenimiento de la paz y la seguridad, asignándole recursos y herramientas para la prevención de conflictos, la resolución pacífica de disputas, la preservación y construcción de la paz y la reconstrucción post-conflicto.

    II.      ANTECEDENTES.- A decir de Aguirre[10] muchos de los primeros conflictos violentos de los que se tiene noticia en la historia de la humanidad, han sido por los motivos que hoy se conocen como económicos: posesión de recursos (tierras, ganados, agua) apropiación de bienes y personas (esclavos, mujeres) y satisfacción de otras necesidades de subsistencia de las sociedades. Las guerras comerciales y coloniales, que a fines del siglo XIX llegaron a abarcar todo el planeta, son la genuina expresión de máximo nivel de violencia al que se llegó por motivos económicos.

Algunos siglos antes, esa violencia era ya perceptible en los conflictos originados sobre las rutas comerciales que unían a Europa con el oriente asiático e incluso las guerras púnicas, que afectaron a España. Estos conflictos fueron una clara expresión del antagonismo comercial que enfrentó a Roma con Cartago.

Los conflictos étnicos son también tan antiguos como la humanidad. En esos tiempos era frecuente que unos grupos sometieran a otros a la esclavitud, para utilizar su fuerza de trabajo o incluso para combatir a su servicio. En la actualidad este tipo de conflicto se extiende sobre todo el mundo y se expresa en el rechazo de unos pueblos a ser dominados por otros que consideran ajenos a su identidad.

Cedeño[11] nos refiere que en la doctrina cristiana hay un antecedente remoto que podría ser el primer conflicto: “En el principio de la creación Dios hizo a los ángeles y arcángeles, llenos de belleza y perfección espiritual, entre ellos, el más bello -como su nombre lo indica- fue Luzbel (Luz bella o lucero del amanecer). Este se envaneció de su belleza y perfección y se creyó superior a los demás y con igual perfección que su creador, rebelándose contra Él y pretendiendo disputar la supremacía espiritual. Dios encomendó, entonces al Arcángel San Miguel para que luchase con este rebelde en nombre de Él concediéndole todos Sus poderes. Y hubo un combate en los cielos en el cual salió victorioso el Arcángel San Miguel, desterrando a los “infiernos eternos” al Arcángel caído Luzbel que más tarde fue conocido como Satanás (adversario) o el Diablo (ser malo)”.Este “conflicto de la igualdad de los derechos” es a no dudarlo, el que más problemas sociales ha causado en la historia de la humanidad. 

Otro antecedente antiguo es aquel que supuestamente aconteció en el llamado paraíso terrenal a breves estadas de la creación, cuando la serpiente tentó a los primeros humanos, Adán y Eva, a que comieran la fruta del “árbol prohibido”. Cedeño nos advierte que el problema trascendental no radica en el análisis del rol de la serpiente, sino en el dilema de obedecer o desobedecer el mandato de la prohibición puesta en boca de Dios. La obediencia inevitablemente nos hubiera sentenciado a la ignorancia, mientras que la desobediencia nos condujo al conocimiento de la diversidad de la creación.

Un relato de un primer estallido social, que ahora es leyenda, sucedió en Roma en el año 494 AC. Se reseña que un Cónsul se encontraba reclutando hombres para luchar contra los Volscos, cuando un fornido hombre se sube a una tarima y relata sobre su vida dedicada a Roma por más de 30 batallas que, al volver de la guerra, sus propiedades habían sido arrebatadas, por lo que terminaba abandonado y como esclavo. La población que escuchaba sintió un gran rencor por lo sucedido y, tras varias revueltas y levantamientos decide hacer una seccesio (una especie de retiro pacífico) y refugiarse en una colina cercana a la ciudad de Roma.

Se cree que la historia no sea cierta, pero se afirma que por esas fechas ocurrió un estallido social que llevó a Roma a una gran crisis y levantamiento social. Lo más probable es que el estallido se diera a manera de una huelga social masiva que obligó a los Patricios a negociar, para lo cual enviaron a Menenio Agripa, embajador de mucho carisma, quien no tuvo éxitos. Frente a ello, el Senado toma la decisión de cancelar las deudas contraídas por los plebeyos y libera a los esclavos, concediéndose a la plebe el derecho de elegir a sus propios magistrados: Los Tribunos de la Plebe, cuya misión sería la de proteger a los plebeyos y velar por sus derechos.

En el Perú, la historia recoge el caso de Juan Santos Atahualpa[12] Apu Inca, quien frente a los abusos de los españoles, provocó diversas rebeliones que los tuvo en jaque durante 10 años (1741 -1751), y si bien no se logró nada, se cree que esas rebeliones despertaron la conciencia y la esperanza de los sometidos. Ese puede ser el caso de José Gabriel Túpac Amaru Condorkanki[13] y su esposa doña Micaela Bastidas Puyucahua, cuya historia reseña que legalmente intento suprimir la mita, no lográndolo.

Ese hecho propició su rebelión y en noviembre de 1780, en la ciudad de Tungasuca, ejecutó en la horca al corregidor Arriaga, implacable colonialista, enemigo de Túpac Amaru y opresor de los indios. Luego, en Sangarara tuvo su primera batalla, de donde salió victorioso. A inicios del año 1781, atacó el Cuzco, pero no pudo vencer después de ocho días de combate, y para evitar más muerte de sus partidarios, opta por retirarse a su cacicazgo en Tinta, esperando una mejor ocasión.

El 6 de abril de 1781, en el pueblo de Langui, Túpac Amaru fue capturado por Francisco Santa Cruz, un mestizo traidor. En la plaza mayor del Cuzco, el 18 de mayo, se le obligó a presenciar la muerte de toda su familia. Él fue atado de pies y manos a cuatro caballos para ser descuartizado, y ante su imposibilidad, fue decapitado. Sus cuerpos fueron descuartizados y sus miembros enviados a distintos lugares para escarmiento de los sublevados.

III.   TEORIA DEL CONFLICTO.- En épocas más recientes (1950), surgen una serie de estudios y teorías centrados en el conflicto social, como fenómeno genérico. Para los especialistas, la Teoría del Conflicto está referida a una serie de estudios e investigaciones diversas, no sistematizadas. Esta corriente se inicia con la publicación en 1954 de “The Functions of Social Conflict” del norteamericano Lewis Coser, quien es generalmente considerado como el iniciador moderno del estudio del conflicto. A partir de esa fecha, se publican algunas obras y estudios concernientes a los conflictos:

    1956: Max Gluckman, “Custom and conflict in Africa”.
    1959: Ralf Dahrendorf, “Class and class conflict in industrial society”.
    1960: Thomas Schelling, “Strategy of Conflict”.
    1962: Kenneth Boulding, “Conflict and Defense: a general theory”.
    1975: Randall Collins, “Conflict Sociology: towards an explanatory science”.
    1975: Louis Kriesberg, “Sociología de los conflictos sociales”.
    1983: Julien Freund, “Sociologie du Conflit”.

Antes de la aparición de la Teoría, el conflicto era visto básicamente como una patología social, o como el síntoma de una patología social. La sociedad perfecta era vista como una sociedad sin conflictos y todas las utopías sociales sostenían la necesidad de constituir un modelo de sociedad sin conflictos, de pura cooperación. Con la Teoría del Conflicto se reevalúa la connotación negativa tradicional y se postula el conflicto social como un mecanismo de innovación y cambio social

Álvaro[14] opina que cuando los sociólogos han querido delimitar este tipo de fenómenos sociales con respecto a otros, no siempre han recurrido a la palabra conflicto, aunque luego se impuso como tecnicismo sociológico. Max Weber utilizó la palabra alemana Streit que sus traductores han determinado como “lucha” en la siguiente definición:

“Debe entenderse que una relación social es de lucha cuando la acción se orienta por el propósito de imponer la propia voluntad contra la resistencia de la otra u otras partes. Se denominan pacíficos aquellos medios de lucha en los que no hay una violencia física efectiva. La lucha pacífica llamase competencia cuando trata de la adquisición formalmente pacífica de un poder de disposición propio sobre probabilidades deseadas también por otros”

Algunos sociólogos han pretendido estudiar los conflictos en general, como forma de interacción social, con independencia de su contenido, habiendo sido el más importante Georg Simmel[15], para quien el objeto de la sociología es el estudio de las formas según las cuales se asocian los hombres que, para él, son las mismas aunque varíen las actividades o los contenidos.

Simmel formuló las siguientes proposiciones como válidas para todos los conflictos:

    El conflicto es una forma esencial y universal de sociedad, complementaria de la integración o la armonía. Las sociedades requieren una cierta proporción de atracción y repulsión, de armonía y desarmonía, de cooperación y de competencia. Un grupo completamente armonioso no sólo sería imposible desde el punto de vista empírico, sino que carecería de vida y estructura.
    Podemos clasificar los grupos por el grado de conflicto en ellos. Hay relaciones que son puros conflictos, en la que se carece por completo de cualquier  factor de unidad.
    El tercer miembro de una triada puede adoptar tres funciones posibles cuando los otros dos entran en conflicto: mediador, tertium gaudens y divide et  impera.
    Los conflictos por causas impersonales son más agudos que los conflictos por intereses personales, pues quien está dispuesto a sacrificar sus intereses por un ideal se encuentra justificado para sacrificar cualquier otra cosa.
    El conflicto modifica la estructura de los  grupos que participan en él, provocando en muchas ocasiones, una mayor unidad y cohesión y favoreciendo la centralización de los medios y el poder del gobierno
    Los conflictos suelen terminar de tres formas principales: victoria, compromiso y conciliación. Los dos primeros son objetivos, la conciliación, subjetiva.

Coser, continuando con la obra de Simmel, puso de relieve la importancia del conflicto para el funcionamiento de las sociedades. A diferencia de Simmel, quien veía la vida social como una dialéctica de conflictos, Coser se esfuerza por distinguir y subrayar las consecuencias positivas –funciones- del conflicto para la vida de los grupos.

Mientras Simmel había hablado del conflicto por el conflicto, Coser prolonga su reflexión distinguiendo entre conflictos auténticos y conflictos inauténticos. Los conflictos que se plantean como único objeto la descarga agresiva, cuyo ejemplo extremo es el juego, no deben considerarse auténticos conflictos. Estos tienen objetos externos a ellos, son conflictos por el poder, la riqueza, el estatus, etc., y se caracterizan porque se les puede encontrar alternativas funcionales en los medios, esto es, porque hay procedimientos distintos del conflicto para lograr los mismos fines.

En donde coinciden en que las luchas por causas nobles (ciencia, patria, religión) suelen ser más agudas y enconadas que las luchas por simples intereses personales. Coser también profundiza y prolonga los análisis de Simmel en sus estudios de las funciones sociales de la violencia, siendo una la de servir de señal de peligro a los ciudadanos y a los gobiernos.

De acuerdo a la dinámica de los conflictos[16] se observa que existen muchos rasgos comunes entre los teóricos formales del conflicto, entre los que se puede señalar que los orígenes de los conflictos son variados, distinguiendo tres tipos principales:

    Los conflictos de escasez, que surgen porque los actores (individuos o grupos) se disputan la posesión o uso de un valor escaso o compartido.
    Los conflictos por desacuerdo, en lo que los actores (que suelen pertenecer a un mismo grupo) disputan acerca de la manera de hacer las cosas, es decir, acerca de cómo y para qué usar los medios del grupo.
    Los conflictos por injusticia, en los que una de las partes piensa que la otra le debe algo que es suyo.

Zipper[17] anota que Coser en su obra “Las funciones del conflicto social”, comienza analizando a varios sociólogos contemporáneos señalando que su preocupación se ha orientado fundamentalmente a probar su negatividad, siendo por tanto una visión reduccionista. En esa obra y en “Nuevos aportes a la Teoría del Conflicto Social” dedica su atención a elaborar acerca de las funciones positivas del conflicto para la sociedad. Reconoce la existencia de un impulso de hostilidad primaria de los hombres entre sí, pero ese sólo sentimiento es incapaz de explicar por sí el conflicto social.

Sostiene que el conflicto social pertenece a la dimensión sociológica antes que a la psicológica y que por lo tanto es un fenómeno objetivo: “Las actitudes hostiles son predisposiciones a desplegar formas conflictivas de una conducta; por el contrario, el conflicto es siempre una transacción”.

Como se sabe, el origen de la sociología de los conflictos se busca en la opinión de Marx y Engels expresada en el Manifiesto Comunista: “La historia de toda sociedad es la historia de la lucha de clases”. Ambos estudian un tipo de conflicto social: el producido por la lucha de clases debido a la desigualdad en la propiedad de los medios de producción. En general, en la sociología de los conflictos se acepta la explicación marxista, al menos en lo referente a sociedades en fases iniciales de industrialización.

En la sociedad neocapitalista aparecen nuevos elementos sociales, nuevas formas de ocupación, los tecnócratas, el movimiento estudiantil, el feminismo, la ecología, los sindicatos, etc., que hace necesario la reformulación del concepto de clase social, lucha de clases, revolución, evolución de la sociedad industrial, etc., desde las nuevas situaciones sociales.

Uno de los sociólogos que se encargó de reformular la Teoría de los Conflictos Sociales fue Dahrendorf[18], quien elaboró un modelo teórico que explica la formación de grupos de conflicto y su acción social para la integración mediante los necesarios cambios de estructura en la sociedad. Difiere con Marx en que los conflictos sociales no siempre son producto de un conflicto de clases y que no todo conflicto desemboca en una revolución social.

Acota que Marx olvida las formas de evolución social con transformaciones constantes del propio sistema que le permiten perpetuarse y evitar la revolución, siendo el caso más frecuente de solución a un conflicto social el que la clase dominante adopta las nuevas ideas y se auto transforma de manera adecuada para desactivar los posibles factores de una revolución.

En cuanto a la propiedad de los medios de producción, que son considerados por Marx como el origen de las clases sociales y de los conflictos de clase, por lo que se plantea la desaparición del principio de propiedad para tener una la sociedad sin clases, Dahrendorf señala que la evolución del capitalismo ha mostrado que la propiedad de los medios de producción y clase social pueden ir disociados y que lo que determina el conflicto de clases no es la propiedad sino el control de los medios de producción en manos de tecnócratas y burócratas sin propiedad alguna.

Como se constata, el paradigma del conflicto social de Dahrendorf ha contribuido al desarrollo y reformulación de conceptos claves, tales como clase social y poder, pero aquello no ha sido suficiente para lograr un mundo de armonía y paz espiritual para los hombres, razón por la cual se hace necesario continuar esbozando nuevas formas que nos permitan ir superando los nuevos conflictos que devienen de la propia sociedad humana.

(*)    SANTIAGO GRAU LEON, abogado, con estudios de Doctorado en Derecho y Maestría en Gestión Municipal y Desarrollo Local. Asesor empresarial y Consultor en Gestión Municipal. Actual Asesor Legal de la Subgerencia de Medio Ambiente de la Municipalidad Metropolitana de Lima.             

[1]     Diccionario de la Lengua Española, (2001) Real Academia Española, Vigésima Segunda Edición, Tomo III, España, pág. 420.

[2]     Cabanellas, Guillermo (1996) Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, Tomo II, Editorial Heliasta SRL, Buenos Aires, Argentina, pág. 285.

[3]     Ob. cit. Tomo X, pág. 1465.

[4]     Freund, Julien (1983) Sociología del Conflicto, Presses Universitaires de France, pág. 65.

[5]     Coser, Lewis (1913-2003), sociólogo norteamericano, autor del libro “The functions of Social Conflict”, publicado en 1956.

[6]     De Lucas, Fernando (1999) Lecciones de Sociología General, Editorial Centro de Estudios Ramón Areces SA, Madrid, pág. 37-39.

[7]     Bobbio, Norberto; Matteuci, Nicola y Pasquino, Gianfranco (2001) Diccionario de Política, Volumen 1, Edición 13, Siglo Veintiuno Editores, pág. 298-304.

[8]     Serbin, Andrés y Ugarte José Manuel (2007) Paz, conflicto y sociedad civil en América Latina y el Caribe, Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, Icaria Editorial,  Argentina, pág.13-48.

[9]     Ob. cit. pág. 25-26.

[10]    Aguirre, Mariano (1995) Raíces de los Conflictos Armados, Anuario CIP 1996, Centro de Investigación para la Paz / Fundación Hogar del Empleado, Icaria Editorial SA, Barcelona, pág. 33-35.

[11]    Cedeño Araujo, Claudio (1936-2011), místico y filósofo peruano, creador de la Doctrina Septriónica que se caracteriza por sus teorías futuristas en los aspectos científicos y por su total anulación del adoctrinamiento y del dogmatismo. En Interrogantes al Brahamanismo: Existe realmente el Diablo? (1974), Lima, pág. 111-131.

[12]    Oliva de Coll, Josefina (1991) La Resistencia Indígena ante la Conquista, Siglo Veintiuno Editores,  México, pág. 223-231.

[13]    Señor del cacicazgo de Tinta, con Surinama, Tangasuca y Pampamarca, por herencia directa como descendiente del último inca legítimo Túpac Amaru I, muerto en Cuzco, en 1572.

[14]    Álvaro Estramiana, José Luís (2003) Fundamentos sociales del Comportamiento Humano, Editorial UOC, Primera Edición, Barcelona, pág. 245-250.

[15]    Sociólogo, psicólogo y filósofo alemán (1858-1918). Sus obras más destacadas son: Diferenciación Social (1890), Problemas de la filosofía de la historia (1892), Introducción a la Ética (1893), Filosofía del dinero (1900), Sociología (1908) y Cuestiones fundamentales de Sociología (1917).

[16]    Ob. cit. Álvaro Estramiana, pág. 278-279.

[17]    Zipper, Ricardo Israel (1999) Manuales Ciencia Política, Vicerectoría de Asuntos Académicos, Universidad de Chile,  Editorial Universitaria SA, pág. 77-80.

[18]    Dahrendorf, Ralf (1929-2009) sociólogo, filósofo, politólogo y político germano-británico. Autor de “Las Clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial; El Conflicto Social Moderno; El Nuevo Liberalismo; Sociedad y Sociología”, entre otras obras. 

Posted on 18 agosto, 2011